amigo noble y frío!
En su país, sombrío,
te forjó un georgiano
y te afiló en la lucha un cherques fiero.
Una mano más blanca que los lirios
como recuerdo, a mi partida,
te ciñó a mi cintura.
Por vez primera
humedeció tu filo
en vez de sangre
perla de dolor
una brillante lágrima.
Con velada tristeza
se fijaron en mí sus ojos negros;
como tu acero ante la viva llama
los vi empañarse y fulgurar después
llenos de húmedo brillo.
Compañero de viaje,
muda prenda de amor,
ejemplo vivo para el caminante:
sí, seré como tú, impasible, fuerte,
de acero como tú, mi buen amigo.
Mijaíl Lérmontov, incluido en Poetas rusos del siglo XIX (Ediciones Rialp, Madrid, 1967, selec. y trad. de María Francisca de Castro Gil).
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