Sestear pálido y absorto
junto a la cálida tapia del huerto,
escuchar entre ciruelos y gamonitos
chasquidos de mirlos, rumores de serpientes.
En las grietas del suelo o sobre la arveja
espiar la hilera de rojas hormigas
que ora se rompe ora se enlaza
sobre minúsculos montones de tierra.
Observar entre frondosidades el palpitar
lejano de la espuma del mar
mientras se elevan trémulos repiqueteos
de cigarras de los calvos picos.
Y andando bajo el sol que ciega
sentir tristemente maravillado
cómo es la vida y su pesar
en este recorrer una muralla
coronada de agudos pedazos de botella.
Eugenio Montale en Huesos de sepia (Visor Libros, Madrid, 1975, trad. de Francisco Ferrer Lerín).
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Maravilloso, my friend
ResponderEliminarLa precisión en el lenguaje..., increíble. Y nosotros, modernos, usando vulgarismos y trivialidades para escribir poesía. En fins...
ResponderEliminarUn abrazo.