lunes, 9 de mayo de 2011

Lecturas: Stéphane Mallarmé (Francia, 1842-1898)

Stéphane Mallarmé (Francia, 1842-1898) tenía, sin duda, grandes conocimientos de la poesía clásica. Lo demostró en sus primeros poemas, en los que manifestaba un gran dominio sobre la rima y la métrica. Su poesía era oscura, no es fácil desentrañar de qué está hablando, pero su amplio dominio del lenguaje consigue transmitir un sinfín de sensaciones y el disfrute, precisamente, de ese uso del lenguaje.
   Uno de los ejemplos de esta poesía, con atrevidas e ingeniosas metáforas, es su poema ‘Abanico de Mme. Mallarmé’ y las distintas versiones que sobre el mismo se han conservado. Cuando descubrimos a qué se refiere, la sorpresa ante las metáforas empleadas es asombrosa.
   Inspirador del Modernismo, sus primeras poesías estaban cargadas de belleza, magia y exotismo, con algunos aspectos oscuros del Romaticismo. Dominó de manera magnífica el verso clásico, dejándonos ejemplos insuperables.
   Poco a poco, fue deshaciéndose del verso clásico para ir construyendo sus poemas con formas mucho más libres, pero sin abandonar del todo, al principio, el verso clásico, transformándolo. Al final terminó cayendo, consecuencia casi lógica, en los poemas en prosa, lo que no hace, en absoluto, que deje de ser poesía.
   Gran conocedor de la filosofía de su época, característica que le emparenta con los grandes poetas de todas las épocas, vivía atormentado por el descubrimiento de la nada y el descrédito de la religión como fuente de sentido para los seres humanos. Fruto de esta relación entre poesía y filosofía será su largo poema en prosa ‘Igitur o la locura de Elbehnon’, en el que manifiesta su miedo ante la posibilidad de que sea el azar quien rija los destinos de cada persona, cosa que él se niega a creer, aunque con el sentimiento trágico de que, a pesar de su lucha, esta posibilidad pueda ser cierta.
   Como colofón a esta inquietud y a sus reflexiones en torno a cómo el lenguaje podía transmitir todo esto, elaboró el magnífico y sorprendente poema conocido como ‘Golpe de dados’, que cambiaría para siempre la concepción sobre la poesía e influiría de manera determinante en las vanguardias poéticas del siglo XX. Y más, me atrevería a decir que, leído en la actualidad, puede producir importantes cambios en la visión de aquellas personas que escriben poesía y, sin tener grandes conocimientos de la historia de la misma, se animen a leerlo.
   La Antología que he podido leer de Mallarmé (Visor libros, Madrid, 1991) es, además, una antología de traductores. La lástima es que no incluye la edición francesa, algo que me hubiese servido de bastante ayuda a la hora de seguir su trayectoria formal. Sí incluye, en cambio, enriquecedores comentarios a la obra del poeta francés escritos por José Lezama Lima, Rafael Cansinos Assens, Cintio Vitier y Rubén Darío.


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2 comentarios:

  1. Gracias por hacer público este análisis sobre Mallarmé. En lo menos que tú que conozco sobre él, creo que és una síntesis muy buena. Gracias, de nuevo por compartirlo.

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  2. Gracias a ti Ángeles. Para mi desgracia no soy un gran erudito en poesía. Mis escritos apuntan más a la animación a la lectura que a la crítica. Todo se andará, jajajaja.

    Eso sí, me quedo maravillado con todo lo que se hizo antes de nosotros, y tan bueno: tengo que aprender más, y leer con la perspectiva de escribir estos articulillos me ayuda mucho.

    Un abrazo.

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