La separación estaba sobre la mesa, entre la taza de café
y el vaso de limonada.
Fuiste tú quien la puso ahí.
Un cuenco era el agua en el fondo del pozo.
Contemplaba inclinándome.
Una criatura gigantesca sonreía lentamente a una nube.
Yo gritaba.
Mi voz te había perdido.
Su eco retrocedía.
La separación estaba sobre la mesa en la cajetilla de tabaco.
La trajo el camarero de gafas, sin que la hubieses encargado.
Era humo retorciéndose en tus ojos
en la punta de tu cigarrillo,
en la palma de tu mano, dispuesta para decir adiós.
La separación estaba sobre la mesa
en el punto donde apoyabas el codo.
En lo que pasaba por tu mente estaba la separación,
en lo que escondías en mi, en lo que no escondías,
la separación estaba en tu serenidad.
En tu miedo ilimitado estaba la separación.
Enamorarse, así, de repente, como si se abriese una puerta...
Mentira todo lo que hemos escrito sobre nosotros.
No ha sido lo que fue, sino lo que quise
que fuera entre nosotros.
Eran mis anhelos puestos en mis inalcanzables ramas,
era mi sed, sacada del pozo de mis sueños.
Los había dibujado sobre la luz.
Todo lo que escribí sobre nosotros es verdad.
Tu belleza:
es decir, un cesto de frutas o bien una comida campestre;
estar lejos de ti:
es decir, el que me vuelva el último farol
en la última calle de la última esquina de la ciudad.
El que esté celoso de ti:
es decir, el que corra, con los ojos vendados, de noche, tras los trenes.
Mi felicidad:
es decir, el río soleado que rompe su dique y corre.
Todo lo que escribí sobre nosotros es mentira.
Todo lo que escribí sobre nosotros es verdad.
Leipzig, 30.9.1960
Nazim Hikmet en Poemas del exilio, incluido en Antología (Visor Libros, Madrid, 1973, trad. de Soliman Salom).
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