Zapatos rotos (Editorial Juntando palabras, Barcelona, 2010) está en las librerías españolas. ¿Cómo crees que los lectores han recibido la novela?
Supongo que primero con cautela: soy una autora poco conocida y agradezco a JP la confianza que ha puesto en mí. Sin embargo, espero que sin prisa, pero sin pausa, vaya funcionando el boca a boca, y haya críticos que reparen en el libro. Me encantaría que los lectores sientan que son parte de la historia que se narra, porque de una manera u otra todos formamos parte de esa historia.
Hasta el momento te has atrevido con diversos géneros: el teatro, el cuento, el ensayo, la novela… ¿Con cuál de ellos te sientes más cómoda?
De siempre pensé que lo mío era el relato. Suelo ser muy sintética y aficionada a las elipsis. Sin embargo, en estos momentos el cuerpo me pide escribir novela breve y en ésas estamos. Con el teatro tengo una deuda: me ha ayudado mucho para encontrar la voz de los personajes en los diálogos.
A lo largo de tu carrera has logrado varios premios literarios, e incluso el mismo José Jiménez Lozano dice de Zapatos rotos que "si las cosas no funcionaran según un ya viejo montaje y en medio de una ruina cultural total, resultaría merecedora de uno de los grandes premios que llevan años canonizando lo que es mejor no adjetivar". ¿Qué opinión te merecen los premios y cómo han afectado a tu carrera literaria?
Cada premio ha sido una grata sorpresa. Y no voy a negarlo: recibirlos te anima a continuar por la senda que seguirías aunque no hubieran llegado esos premios, pero con algo más de confianza en tu escritura. Para mí, escribir es una necesidad vital más allá de los premios o las listas de ventas.
En un país en el que cada vez se lee menos, ¿cómo te sienta que se diga de tu obra que "hace descubrir el placer de la lectura"?
Ojalá logre insuflar en muchos ese placer por la lectura. Los escritores forman parte de una gran cordillera, con sus picos inexpugnables, sus cimas consagradas, sus montes jóvenes, sus cerros erosionados, pero todos y cada uno de ellos forman parte de la Literatura. El lector es el creador del mapa topográfico de la literatura, el que la sostiene.
En Zapatos rotos escribes sobre una España que, por edad, no viviste. ¿Cómo te documentaste para poder retratarla tal y como lo haces?
Mi padre ha sido una fuente fundamental. La novela retrata una época pero también un espíritu: el de quienes tienen como única batalla el sobrevivir día a día. Quise ponerme en la piel de los que menos saben y menos tienen. De los que, finalmente, pierden la mayoría de las veces.
Tu voz narrativa es propia e inconfundible, muchos te señalan como una de las grandes esperanzas de las letras hispanas. Pero para llegar hasta aquí seguro que has tenido que leer mucho. ¿Cuáles son tus referentes literarios?
Aún me queda mucho por leer, muchísimo por escribir y más aún para devolver la esperanza a las letras hispanas. Pero quiero seguir trabajando en esto porque es lo único que sé hacer con pasión. La lectura de Kafka provocó un cataclismo interno: la prosa podía colarse por la naturaleza misma del ser humano, moldearse y moldearle. También me apasioné por George Bataille por la aristocrática manera de lacerar, con sus frases, al lector. Ahora mismo, estoy apasionada con muchos escritores del Este: Joseph Roth, Irene Nemirovsky o Sándor Márai.
Muchos lectores creeremos ver en las páginas de Zapatos rotos a nuestros padres o abuelos. ¿Es eso lo que pretendías transmitir?
Sí, siempre trato de crear espacios de empatía, aunque parezcan disparatados. Ése no es ese caso, pero la empatía se me hacía fundamental.
Además de a escribir maravillosamente bien, ¿a qué se dedica Mónica Sánchez en su tiempo libre?
A pasear con mis perros –Matías y Simón- por el río. Mientras ellos se bañan, a mí me llega un aluvión de nuevas ideas. Muchas de ellas quedan desechadas, pero otras se van guardando hasta que llega su momento. También me encanta escuchar historias de la vida cotidiana, y viajar. Con los viajes, todos tus sentidos se hacen mucho más receptivos.
Y, por último, ¿qué le dirías a un posible lector para que se acercara a tu libro y se lo leyera? ¿Y a un librero para que lo recomendara?
Que ojalá encuentren esa parte de su propia historia que ahí se narra. Que no es una historia ni de vencedores ni de vencidos, sino de hombres y mujeres que batallan por sobrevivir.
(Entrevista cedida por la Editorial)
Un libro exquisito que se lee con curiosidad absoluta por la forma en que esta contada la historia.
ResponderEliminarDesde luego que sí. Por cierto, le perdí la pista a Marta.
Eliminar