Son muchas las maneras en que, afortunadamente, los narradores y narradoras han encarado su labor. Pero reconozco que en los últimos años siento debilidad por aquellas narrativas que huyen de la linealidad, que se componen de diversos retazos que, juntados todos (o sea, leídos hasta el final), recomponen la historia que el autor o autora pretenden contarnos.
Es el caso del largo relato (o novela corta, pues debe de estar en la frontera) de Esteban Gutiérrez Gómez que lleva por título El colibrí blanco (EH Editores, Cádiz, 2009). Y las fuentes de las que bebe la historia que nos cuenta son muchas para una narración tan corta, lo que da cuenta del trabajo que el autor ha realizado: momentos de la época en que suceden los acontecimientos que dan al relato su trama, momentos cuarenta años posteriores, cartas enviadas en el transcurso de esos años, documentos policiales y judiciales, una lista de nombres inscrita en un tonel de vino…
Y tantas fuentes para contarnos que Antonio, una especie de gurú castellano, recio y seguramente calado de boina, que encandila con su buen vino a una pandilla de amigos de postreras generaciones, tiene un oscuro pasado en el periodo en que aconteció la Guerra Civil española. Oscuro o quizá no tan oscuro. Salvador o villano, asesino despiadado o reo de las circunstancias, afortunadamente Gutiérrez Gómez no trata de convencernos de si es un personaje bueno o malo: añade complejidad al juego y deja que cada cual decida por sí mismo.
A destacar, aparte de lo amena de la historia, un lenguaje poético sumamente visual que parte, precisamente, desde el mismo título del relato. En el debe yo le pondría la falta de participación de dos personajes femeninos, de los que apenas se atisba a saber qué relación pueden tener con Antonio, y que uno hubiese deseado verlas intervenir con más decisión en la historia. Pero bueno, esa es una decisión personal del autor que, obviamente, no puede tener en cuenta los deseos de los lectores.
Como reza en el propio libro, Esteban Gutiérrez Gómez nació en Madrid hace más de cuarenta años. Baco, su dúplice y alter ego, surgió diecisiete años más tarde en los locales de ensayo de bandas de rock de la periferia. Sin saber cómo, algún tiempo después, fue tragado por la Literatura y apareció a este lado de la ficción. En la actualidad reside en Fuenlabrada (Sur de Madrid), es profesor de relato en escuelas de creación literaria y asesor literario de la revista dedicada al cuento Al otro lado del espejo. Ha ganado diversos certámenes a nivel nacional e internacional por sus cuentos y poesías. Su anterior libro, El laberinto de Noé (Ediciones La Tierra hoy, Madrid, 2008), es una apuesta por la Literatura sin concesiones.
Francisco Cenamor
buena novela, y buen articulo cena.
ResponderEliminarBueno, me gustó el relato, disfruté. Y aunque no sey un gran crítico literario, soy un buen animador a la lectura, jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.