Llora tú que aprendiste a tocar el clavicordio
y descubriste el mal del que voy a vivir.
Sufre esta otra grávida soledad:
quedarte sin el único hombre
que pensaba en ti todos los días.
Llora, llora hoy esa viudez de hielo
porque ya no volverás
joven, con olor a colonia
a vivir en la provincia que fundé
para administrar tu recuerdo.
Llora en privado
como si no supieras por qué lloras
hasta que recibas
este pañuelo blanco.
Raúl Rivero, incluido en La fumarola (nº 22, noviembre de 2004, Leganés).
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... delicado y hermoso tu poema, !qué bonito!.
ResponderEliminarSaludos.
Ya me gustaría que fuese mío, jajajaja. No he leído mucho de Rivero, pero desde luego este poema ayuda a leerlo.
ResponderEliminargran poeta Raul Rivero y poco conocido gracias por ir descubriendo a los grandes
ResponderEliminarBueno, poco conocida su obra, que por otros motivos si ha estado en los medios de comunicación, para su desgracia.
ResponderEliminaryo fui viuda (me gustaria haber sido viuda alegre que también las he conocido, jeje aunque esas no han conocido la vida en convivencia alegre) y no me ha gustado mucho me parece frio, aunque creo que hay que pasar por muchas cosas en la vida para saber que escuezen las palabras. La verdad no conozco al poeta, apunto su nombre para leer más sobre él, ya que decis que es bueno. Seguro que tendrá otras cosas hermosas. Carmen Trasta
ResponderEliminarEl lugar desde el que nos situamos, o desde el que nos sitúa la vida, hace que la poesía no sea la misma para todos y todas. Ese es uno de los misterios de la poesía.
ResponderEliminarGracias por tu interesante comentario Carmen.
Un saludo.