viernes, 6 de julio de 2007

La libertad en la poesía, por Francisco Cenamor

Creo haberlo comentado antes de pasada, pero, al menos para mi, uno de los problemas de muchas personas cuando se acercan de manera aficionada a la escritura de la poesía es la utilización de métodos en la mayoría de los casos ya superados por las propias tendencias de la poesía actual, y no solo la actual.
Me estoy refiriendo, fundamentalmente, al uso de la métrica y la rima asonante o consonante. Y es una pena que mucha gente que no tiene una gran experiencia poética siga obsesionándose con ese tipo de estilos. A pesar de que en los últimos tiempos he podido oír respirar tranquilo a más de un poeta aficionado o novel cuando ha descubierto, sobre todo a través de mi poesía, que se puede hacer poesía sumamente bella sin necesidad de ceñirse a esa cierta tiranía del soniquete que imponen herramientas como la rima consonante o el soneto.
Por desgracia, el uso de estas tradiciones poéticas entre muchas personas aficionadas a la poesía también es síntoma de una enfermedad de la poesía actual: está alejada de la mayoría de la población. Tampoco es que esa mayoría lea demasiada poesía, pero si lee, sigue leyendo a Miguel Hernández, Lorca, Neruda, o más antiguos como Bécquer. Esta minoría de la mayoría, lectora de poesía, desconoce a los autores, que, aunque posteriores, algunos de ellos igualmente fallecidos, se inclinó por el verso libre.
Tiendo a creer que este desconocimiento es culpa, en cierto modo, de los planes de estudio de colegios e institutos que apenas o nunca incluyen poetas que se comenzaron a inclinar por el verso libre, o, peor aún, sólo dan a leer los poemas rimados de poetas que sí se inclinaron por el verso libre.
Y lo más sorprendente de todo es que el verso libre aparece con notoriedad ya a mediados del siglo XIX como alternativa a las tradiciones poéticas que venían encorsetando, midiendo hasta el absurdo, la belleza de la poesía, u obligando al martillazo repetitivo de las rimas, que en el paroxismo de algunos poetas más parecía el repiqueteo de las campanas que poesía.
Uno de los grandes poetas que primero se atreve con el verso libre es Walt Whitman (Estados Unidos, 1819-1892). Y no es casualidad que sus temáticas favoritas sean la libre sexualidad, la libertad individual, la espiritualidad libre de dogmas, la comunión entre todos los seres… Sin entrar en demasiados análisis, se podría decir que la poesía de verso libre es el resultado de la misma evolución social, del paso de sociedades tradicionalistas con una fuerte presencia de una religiosidad asfixiante, a la llegada de la democracia occidental, en la que predominan la libertad individual y los derechos sociales e incluso la religiosidad aparece como una libertad, un derecho más, no una imposición dogmática.
La poesía encuentra la belleza en las imágenes que recrea, en la musicalidad de la palabra en sí, en el ritmo interno del poema, en el valor de lo expresado por la poesía… Y otro valor del verso libre es que, para bien o para mal, democratiza sensiblemente la poesía: cualquiera, si, cualquiera, puede escribir poesía sin tener unos grandes conocimientos. Por eso sorprende tanto ahora mismo que mucha gente que no tiene grandes conocimientos de poesía se dedique a utilizar, precisamente, los ajados recursos de la métrica o la rima.
La libertad llegó hace un siglo y medio a la poesía, no es justo que solo una elite (que en absoluto pretende serlo) disfrute de esa libertad, y precisamente el disfrute de esa libertad les condene a no ser leídos por esa minoría de la mayoría de la que hablaba que si lee poesía. Está muy bien leer a Bécquer, a Neruda, a Lorca, a Hernández, pero en sus mismas épocas hay cientos de interesantes poetas, e incluso ellos mismos, que ya escribían verso libre. Y en la posguerra española, y en el exilio español, y durante el franquismo y en la actualidad, también hay muchísimos poetas olvidados que merecen ser leídos y respetados en su forma de hacer poesía, que, a la postre, es la que se ha impuesto en el mundo de la poesía.


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2 comentarios:

  1. Así como en la poesía, en la vida, seguimos enconsertados :-(

    bahhia.

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  2. Si, en la poesía pasa esto, yo creo que hay una fractura bastante importante entre los poetas y la sociedad. Incluso, aseguraría que la mayoría de los poetas actuales están a gusto en esta situación: eso de más vale ser cabeza de ratón que cola de león.

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