no he lavado la sal que aún empapa mi rostro
me acosté temprano al lado de mi lámpara de cabecera
aquella escena salvaje y demoledora se disipa, lentamente
criamos bestias salvajes, pero nos suavizamos luego
te hundes sin fuerzas en la silla
y lees un párrafo de tu diario del día
este es un mundo perfecto, porque aún podemos
atacarnos el uno al otro
qué contradicción más complicada: nuestro espíritu
no se ha fundido, con nuestros cuerpos
la buscamos incesantemente
corola colmada, líquido que se evapora
en esta noche de escarcha
ya no puedo ofrecerte mi sexo, para salvarte
Otros poemas de Li Suo

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: