soy a esta cal y polvo de mis deudos
coronados de olvido.
Respiro con sus pulsos.
El escriba Huaman Poma de Ayala,
de casaca española y rostro de curaca,
cronista fue
de la aurora y la noche de la raza,
y en los remotos mares
del sentimiento autóctono
al filo de la noche y la naciente luna
pescó ese pez de fúlgido celaje
de los mares del alma.
Alegó, defendió el señorío
de los tahuantinsuyanos
en texto paleográfico
y candorosos gráficos
conmovedoramente amargos.
Con clásica elocuencia
de profeta
hizo la apología del fulgor de relámpago
de la estrofa concisa del Romancero Aymara,
y escribió con su sangre que componer un verso
es crear una máquina pequeña e ingeniosa,
como un reloj de pulsación constante,
y que el lenguaje lírico de mecanismo oculto
es como el juego de ajedrez del poeta,
un álgebra que sólo
él en sus soledades la resuelve;
versos aymaras breves y proteicos
en los que el pensamiento revuela como un pájaro
de divino plumaje detrás de los barrotes de su jaula.
Guillermo Viscarra Fabre, incluido en El árbol y la piedra. Poetas contemporáneos de Bolivia (Monte Ávila editores, Caracas, 1986, ed. Eduardo Mitre).
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