sábado, 9 de agosto de 2025

Poema del día: "Romance de la soledad del alma", de Luisa de la Ascensión (España, 1565-1636)

Entra con sol soledad,
que aunque el sensible la daña,
otro mejor sol la baña
que es Sol de la eternidad.

Sol y Edad que con su lumbre
Edad tiene, sube y crece
quien de él alcanzar merece
que le bañe y que le alumbre.

Sol es que con luz divina
puede tanto en nuestro suelo,
que al alma le vuelve cielo,
y el sol por cielo camina.

De aqueste sol alumbrada
pido soledad, y sola
la pido por no estar sola
sino bien acompañada.

Que, mi bien, fuera de vos
cualquier otra compañía
soledad la llamaría
pues algo impide de Dios.

Y teniendo el mar en calma
tres potencias y una esencia,
siempre estáse en su presencia
con tres potencias y un alma.

¿Es soledad? No lo es.
Y soledad no hay alguna,
pues hay una para una
y se hallan tres para tres.

Entre sí en la soledad
se dan estrechos abrazos;
y allí son los fuertes lazos
que atando dan libertad.

Allí es toda en desasirse
de todo lo que es humano,
y sólo en lo soberano
sola en soledad unirse.

Cuanto hay más de criatura
tanto hay menos de Criador,
y tanto dura este amor
cuanto el que es Amor le dura.

Allí el amor unitivo
junta la parte a su todo,
y el cuerpo por cierto modo
anda sin el alma vivo.

Si el Alma y Dios, siendo dos,
son por amor una cosa,
digamos que el alma es Diosa
si es una cosa con Dios.

Y si en soledad la amada
con solo Dios tiene trato,
será en su celda un retrato
de una bienaventurada.

Y si la celda en latín
la prestó su nombre el cielo
porque hace cielo del suelo,
y caso del medio fin.

Nunca está oscura jamás
cuando sola está y se cierra;
porque sola en Sol se encierra
y fuera del Sol no hay más.

Mas fuera de esta exterior
soledad, razón sería,
hacerle a Dios, Alma mía,
otra celdica interior.

Un retrato inmaterial
sin yeso, piedra ni lodo,
siendo de espíritu todo,
que es Dios espiritual.

Donde esté siempre metida
con Dios el alma y su fuego,
a dar gracias con sosiego
sosegada y encendida.

Donde vea no mirando
a donde no mire viendo;
donde goce padeciendo
y do padezca gozando.

Donde sin saber, se halle
enseñada del Amor
donde un silencio hablador
hable siempre y siempre calle.

Donde se encoja y se extienda
y sin turbación se abaje;
donde hay un cierto lenguaje
que la entienda y no le entienda.

Donde coma y quede hambrienta,
donde de sed se traspase
y cuando más de agua pase
la deje sin sed sedienta.

Donde un grande sentimiento
no la deje sentir cosa;
donde estando siempre ociosa
no falte entretenimiento.

Donde siendo piedra viva,
esté a Dios cual blanda cera;
donde viviendo se muera
o bien muriendo a Dios viva.

Donde esté loca y sea cuerda,
adonde baje su vida,
donde de amores perdida
más se gane y no se pierda.

Donde guste sin sabor
maná de todos sabores,
donde huela sin olores
lo que huele a todo olor.

Donde sin colores vea
lo que es sin color hermoso,
y sin aire luminoso
lo descubre y lo airea.

Donde lo que no es sensible
lo sienta insensiblemente,
y reciba oscuramente
una luz inteligible.

Donde el amor unitivo
al espíritu inflamado
lo suba de grado en grado
al grado superlativo.

A donde enferme sanando,
y así sanando esté enferma;
donde vele y donde duerma
y esté dormida velando.

Donde viéndose sumida
en aquel profundo mar,
encallada con callar
toda se dé por vencida.

Luisa de la Ascensión, incluido en Poetisas españolas. Antología general (Ediciones Torremozas, Madrid, 1996, ed. de Luzmaría Jiménez Faro).


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