las primeras capas
livianas de tierra
ahí están – rápidos
como escarabajos, ciegos
como murciélagos, tímidos
como liebres pero más
escurridizos –
viajando entre
las pálidas raíces
del manzano, como por vigas,
estanterías de roca, nidos
de insectos y oscuros
campos de pimpollos
picantes y colmados
del alimento más dulce: las flores
de primavera.
Campo tras campo
podés seguir la trama
de sus largos
solitarios recorridos, y después
la lluvia borra
también ese frágil indicio –
tan exaltados,
como de felpa,
deseosos de insistir
generación tras generación
sin conquistar nada
más que una breve vida física
mientras viven y mueren,
empujando y empujando
con hocicos obstinados contra
la tierra entera,
que encuentran
deliciosa.
Otros poemas de Mary Oliver
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: