de un agravio de arriar me lamentaba,
y por ver si la muerte se llegaba
procuraba que fuese más crecida.
Toda en su mal el alma divertida,
pena por pena su dolor sumaba,
y en cada circunstancia ponderaba
que sobraban mil muertes a una vida.
Y cuando al golpe de uno y otro tiro
rendido el corazón daba, penoso,
señas de dar el último suspiro,
no sé por qué destino prodigioso
volví a mi acuerdo y dije: ¿Qué me admiro?
¿Quién en amor ha sido más dichoso?
Juana Inés de la Cruz, incluido en Las primeras poetisas en lengua castellana (Ediciones Siruela, Madrid, 2016, ed. de Clara Janés).
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