viernes, 18 de junio de 2021

Poema del día: "Estar solo es tan terrible...", de Claudia González Caparrós (España, 1993)

i
Estar solo es tan terrible que no sé bien cómo empezar a redactarlo,
cómo construir un edificio (pienso
todo el tiempo en el Panteón de Roma, en ese círculo, en ese aire
abierto como una herida por donde entra la luz)

(suspensión —
que mi palabra sea como el Panteón de Agripa)
Esto es el narcisismo, algo que desprende,
como la piel de una naranja,
su olor

La degradación de los cuerpos mientras afuera
las cosas trazan su recorrido, las cosas
trazan su recorrido en esta especie de páramo

y los cuerpos se acartonan y ya casi nunca esperamos a nadie, si respiran
es porque vivir se hace necesario en esta humedad que se dispersa
como azúcar, cuando te miro a la cara y te pregunto cosas que tú
no sabes responder, y me preguntas cosas que yo
no quiero responder

Este cuerpo es tan triste y no está vivo, pero respira como si debiera
estarlo, como si sobre todo buscara la vida en estos movimientos
sintéticos, en estas cadencias, en esta orilla a la que no consigue llegar
(suspensión)

y las palabras son piedras que se me clavan en las plantas de los pies
y la ciudad un cementerio de elefantes
y mi cama una moderna Atlántida

La soledad resbala y atrás deja brillar,
instantáneo,
su trazo
(como la baba de los caracoles)

como las cosas cuando encuentran la salida
como las cosas cuando saben dónde ir

y todo esto tiene algo de siniestro
pero me gusta tu pelo
pero me gusta tu olor

Dejar
la soledad como se deja que el camino se construya en la intuición absurda, seguir
un sendero en la hierba y no mirar a los lados
y sobre todo no buscar la orilla,
Déjame
porque todo está mojado en esta casa, las paredes se hunden muy despacio, tan blandas
y carnosas. También mi cuerpo
se está disolviendo en esta cama, y no es doloroso pero es triste

dejarse resbalar así,
dejarse ir

Dejarse caer es el prodigio de una asombrosa arquitectura,
el espectáculo de un templo-claraboya,
de un templo-lucernario
y que entre en mí la luz como por una herida mientras tú
vienes y vas
en este denso bosque de columnas (mi cuerpo ya
casi no existe

y mejor, mucho mejor
que sea así)


ii
Mírame, me dijo Sully Morland. Solamente la superficie de la piel, sólo la capa más superficial: lo que ves ha de ser lo que toques. Debes mirarme y tener mucho cuidado. No profundizar. Profundizar no es lo necesario, lo necesario es la sutileza de las superficies llanas. De la mirada no debes pasar a la visión.

Es ahí donde encuentro la belleza. Es ahí en donde nace el tacto.


iii
Noli me tangere a media voz
noli me tangere, me acerco a ti, el tacto es
un salto de fe

noli me tangere, Sully Morland, mantente lejos de mí, lejos
de lo que eres

una yuxtaposición de oquedades, un amasijo
de líneas que se cruzan y noli
me tangere Sully Morland porque soy
un cuadro cubista
desencajado
en muchos espacios que se superponen y que no logro nunca reconducir hacia mí

hacia el interior
hacia el exterior

el espacio neutro donde soy posible, el espacio
de continuidad entre la agorafobia y la claustrofobia

en donde no es posible el tacto oh Sully Morland, en donde
no existe el agua, no existe el aire y sin embargo todo flota suspendido y sin dolor,

y tengo tanto miedo a que me toquen, Sully Morland,
tanto miedo a estar viva

Soy consciente oh Sully Morland de
mi bidimensionalidad, de que te miro

desde una superficie plana y desde unos ojos que se entrecruzan en la inconcebible posibilidad del afuera, necesito de ti para anclarme al mundo, necesito de ti para ser esa posibilidad, necesito de ti para mirarte y saberme mirada, configurarme en eso y agarrarme a eso

noli me tangere porque estoy asustada de mi piel

de traspasar la piel y de rasgar la piel, de recorrer la piel y de activar la piel, noli me tangere
Sully Morland
porque me duele
porque me duele ser y quisiera dejarme

dejarme ir
dejarme caer
(en el prodigio de una asombrosa arquitectura
y que en mí entre la luz)

soy un bosque ardiendo
y no puedo perdonármelo, y necesito el dolor porque me vivifica, Sully Morland,
porque ese dolor es el reverso de la piel
que palpita regular
y este es el ritmo de mi cuerpo, noli
me tangere Sully Morland porque no puedo resistir el escozor de un dedo sobre
mí, porque no puedo resistir el deseo y la tentación de desaparecer, de no ser más
bajo la piel bajo
el agua
no puedo resistir que tú me hagas porque no debo ser, porque no debo estar y porque
no quiero esta piel —este dolor— esta certeza de existir en algún sitio, desearía

desearía ser un río

un intocable río que desembocase y se llevase lejos todos los escombros
La idea de la ruina

noli me tangere
porque no sé de qué estoy hecha, porque estoy hecha de agua
y de aire
y no puedo flotar dentro de mí
y me duele esta dispersión, me duele derramarme en el vacío
como la hierba de un acantilado (como el agua, como el aire)
como todo lo que no es posible tocar
como todo lo que rechaza el tacto

noli me tangere, Sully Morland, deja
que me deshaga
como si fuera nieve

Claudia González Caparrós en Si la carne es hierba (Sully Morland) (2015), incluido en Nayagua. Revista de poesía  (nº 23, febrero de 2016,  Fundación Centro de Poesía José Hierro, Getafe).

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