Estaba abierto el cielo y mi hijo en mis brazos,
tan indefenso y tibio y aterido y fragante
que lo sentí una obra sólo mía, victoria
de un cuerpo paso a paso ofrecido a su cuerpo.
Lo envolví con mi aliento y él tubo el soplo tibio
en el que una paloma se sostenía en vuelo.
María Victoria Atencia en Trances de Nuestra Señora (1986), incluido en En voz alta. Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70. Antología (Ediciones Hiperión, Madrid, 2009, ed. de Sharon Keefe Ugalde).
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bellisimo poema compartes con nosotros en un día tan especial, un besin muy grande de esta asturiana.
ResponderEliminarDe una gran belleza es sin duda este poema.
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