Todo lo que éramos
lo dejamos frente a los tres ríos de Kiso.
La leve y frágil divisoria entre una mano tendida al infinito,
lo que tú llamabas Puente Celestial,
y su mano opuesta,
arrastre de cargas y condiciones.
Tres ríos y dos destinos.
Aprendíamos
el noble arte de la elección
y sus afluentes.
Rompimos todos los viejos contratos
con trabajada ternura
y una impostada capacidad de desapego
terminó siendo la única salvación para el respeto,
el paño caliente que retira la suciedad de las cosas
que tienen su inicio en el amor.
¿Dónde irá el curso de este pensamiento?
¿Qué caudal será ahogo o reflote?
Tú decías todo cuanto sabías de geografía sin mirarme a los ojos.
Lo habías hecho siempre frente a los ríos.
Reías nerviosa tu caudalosa ansia de mundo
como si todo, además de inevitable,
tuviera en tus brazos
la voluntad de mecerse.
En ese balanceo hacia el sueño
el día funde a negro.
Pero antes el monte se hace rosa
y algo frena el tiempo
y nos atrapa.
Ventura Camacho en Los tres ríos de Kiso (Editorial Alea blanca, Granada, 2010).
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