Vístete tú primero.
Que tu piel no se ofenda con esta permanencia
Que tu cuerpo no ceda a quedarse dormido
Que tus brazos no ciñan de nuevo mi fatiga.
Márchate de repente.
No te calles mirando lentamente mis ojos
Ni me beses la frente como a un niño perdido
Ni despiertes conmigo ya mediada la tarde.
Aunque yo te lo pida, no te quedes.
Tengo miedo que, entonces, sea yo quien me vista.
Luis Luna en Salida de emergencia (Nosomoscomodos Producciones, Madrid, 2004).
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¿Inmadurez?
ResponderEliminarGanas de escapar, pero sin daño, casi mejor si es el otro el que lo hace...
Ay, benditas huidas hacia delante.
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