Pomadas que alivian el dolor
de los mordiscos de la última planta carnívora;
vendas que ocultan los sesos
que asoman de la cabeza del suicida
después de tirarse de esa misma última planta;
productos adictivos para librar al paciente
de la dictadura de otra adicción;
anestésicos para tratar al tipo que al perder la paciencia
esa misma dictadura le premió con un balazo;
pastillas que ayudan al esquizofrénico a distinguir
cuándo habla él y cuándo habla el otro;
tiritas con nicotina para fumar por los codos;
chicles con cafeína para no dormirse
y recordar que estás mascando chicle;
chupadores que dilatan los bronquios arrugados de respirar;
cremas que queman granos adolescentes,
de esos que hace años
nos contaban que brotaban tras la masturbación;
y formol para que tarde más en pudrirse
el resultado final de tu vida:
Última oportunidad de mantener vertical tu cadáver.
Indio Zammit en Elegí fracasar (Bohodón Ediciones, Madrid, 2007).
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Tremendo, de los que te dejan sin respiración un buen rato, impactante.
ResponderEliminarBesos
Si es que el Indio tiene momentos impactantes.
ResponderEliminarÚltimamente todo tiene remedio, menos la muerte.
ResponderEliminarQuizás dentro de unos años, no muchos, incluso la muerte también tendrá su vacuna, y a ver qué hacemos toda la puta vida aquí dentro.
Vivir eternamente una cantidad infinita de seres humanos sería insoportable por el planeta y en los alrededores no existe ningún planeta en el que podamos vivir.
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