Hay un ángel negro sentado
en la acera de mi alma,
un ángel asesinado en Somalia.
Trajo hasta este barrio
su dolor sencillo, su herida abierta
y ese lejano sabor a blues descafeinados.
Se ha sentado y no habla,
sólo mira, sin agitar los párpados,
y llena mi calle de tristeza infinita,
y llena mi alma de desalentados balcones,
de ventanas tapiadas, sin paisaje, sin hogar...
Hay un ángel negro sentado
en la acera de mi alma,
un ángel sin alas, sin cielo,
un ángel asesinado en Somalia.
Sacra Leal en La revolución del llanto (Ediciones Torremozas, Madrid, 1994).
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Caríssimo Francisco Cenamor.
ResponderEliminarBom dia.
Esta é uma poesia belíssima. De uma força interior comovente.
Parabéns pela postagem.
Tomei a liberdade e a reproduzi aqui:
http://joaobatistalago.multiply.com/journal/item/207
Abraços.
No hay problema Joao, toma lo que quieras, siempre es un placer compartir la belleza.
ResponderEliminarUn saludo.
Cierto es... no sólo es un placer compartir la belleza si no, también una obligación...
ResponderEliminarGracias por los hermosos elogios que me dedicais.
Un abrazo intimamente lírico...
Pues mira, además Joao ha decidido compartir también el poema.
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