A lo largo de la historia de las relaciones entre el mundo musulmán y Occidente, una de las instituciones que, por diversos motivos, ha fascinado a estos últimos ha sido, sin duda, el harén. Fantasías eróticas aparte, creo que nunca hemos terminado de comprender muy bien qué es un harén y qué función cumplía y cumple en la compleja red de relaciones cotidianas en las diferentes sociedades musulmanas.
Siempre la mejor manera de desentrañar una realidad es acercándose a ella, escuchando a los protagonistas, en este caso las protagonistas, de su propia historia. Así, gracias a la socióloga y escritora marroquí Fátima Mernissi podemos descubrir las vivencias cotidianas de un harén en el Marruecos de los años 40.
En su autobiografía novelada Sueños en el umbral. Memorias de una niña del harén (El Aleph Editores, Barcelona, 2008), Fátima Mernissi nos cuenta su propia experiencia. Y lo hace a través de los ojos de una niña que va descubriendo, poco a poco, la vida interna de su casa: un harén.
Y esta niña, a través de la que descubrimos a las mujeres que habitan en el harén, es un ser humano entrañable, curioso, preguntón, sencillo y alegre que nos da una visión desprejuiciada de la realidad que le rodea. Y son las propias mujeres que lo habitan quienes nos contarán en qué consiste ese harén. La complejidad del asunto nos mostrará voces favorables y discordantes con la situación de las mujeres dentro del harén, pero, insisto, son las voces de esas mismas mujeres que viven dentro.
Es de agradecer que Mernissi decidiera mantenerse niña en toda la narración, sin hacer aparecer a la mujer adulta que era cuando escribió este tierno relato. Su mirada inocente denuncia con mayor dureza la situación de las mujeres en el harén, pero no lo hace desde una postura victimista, al contrario, da todo el protagonismo a las mujeres y nos narra sus vidas cotidianas desde la normalidad, mostrándonos las pequeñas rebeldías cotidianas.
Gracias a la novela descubrimos como, a pesar de la visión que tenemos desde el mundo occidental, las mujeres han tenido su protagonismo en los países de cultura musulmana, existiendo en los años cuarenta un pujante movimiento favorable a la liberación de la mujer, compartido entre hombres y mujeres nacionalistas que luchaban por la descolonización de sus países. Por cierto, cuando Occidente tanto recrimina la situación de las mujeres en los países islámicos, recordaré aquí que nunca apoyó a estos movimientos favorables a la mujer y sigue sin hacerlo; y no solamente eso, sino que apoyó a movimientos integristas que se oponían a los nacionalistas.
La visión que del mundo tienen los niños nos lleva en ocasiones a enternecernos de manera divertida, a pesar de hablar de cosas terribles. Es el caso, por ejemplo, del capítulo del libro en el que la niña protagonista trata de explicarse por qué los alemanes invaden Europa y por qué eliminan a los judíos. Por cierto, nuevamente, el libro hace caer otro mito de nuestra actualidad: el enfrentamiento entre árabes y judíos, culturas que conviven pacíficamente hasta que las potencias occidentales crean el Estado de Israel expulsando a los árabes palestinos de su país y de sus propias casas.
Fátima Mernissi nació en un harén de Fez (Marruecos) en 1940. Su madre aprovechó los aires de progresismo que para las mujeres trajeron los nacionalistas marroquíes para que estudiase libremente una carrera universitaria. Así, se terminaría convirtiendo en una de las intelectuales feministas de mayor prestigio en todo el mundo, siendo muy apreciadas sus reflexiones y estudios sobre las relaciones entre mujeres y hombres, mujeres y poder político, mujeres y religión en el mundo islámico. Aunque ha publicado principalmente ensayos, siempre se ha visto atraída por las mujeres árabes contadoras de historias, lo que le llevó a novelar su propia experiencia vital en el harén. Precisamente, el clásico relato árabe de Las mil y una noches aparece repetidas veces en el libro.
Francisco Cenamor
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