Padre Ubú y su mala malísima esposa, Madre Ubú, son dos personajes grotescos, ávidos de poder y de las cosas que este proporciona, que organizan una auténtica carnicería para derrocar la legalidad vigente e imponer un nuevo reinado a su imagen y semejanza. Aliados a dios y al diablo, exterminan todo lo que se pone en su camino.
Alfred Jarry, gracias a sus escándalos teatrales y sus obras provocadoras y caóticas, consiguió el éxito literario cuando era muy joven y como solemos decir, se le subió a la cabeza, tanto como el alcohol que tomaba por arrobas. Su vida terminó siendo tan exagerada como su obra y murió con apenas 34 años, enfermo de tuberculosis y pobre tras beberse todo lo que ganó con la literatura. De sus excesos quedan las imágenes de Jarry borracho, pintado de verde, montando en bicicleta y con dos pistolas al cinto.
Pero ahí quedó Ubú Rey, prácticamente su única obra conocida fuera del mundillo literario y teatral. Una obra adelantada a su tiempo que Jarry escribió con apenas 15 años y que vino a retratar a toda una pléyade de personajillos tan estúpidos como criminales que vinieron a poblar el sufrido siglo xx: Padre Ubú es Hitler, o Stalin, o Franco, o Pinochet, o pongan ustedes a quien quieran... O incluso podemos verlos en nuestras benditas democracias: seres ansiosos de poder y de gloria que se resisten a abandonar sus cargos, utilizándolos para imponer sus locuras, perseguir a los demás a sangre y fuego o exterminar pueblos enteros sin ningún pudor. ¿No serían también un poco Padre Ubú Bush, Jesús Gil, Aznar y su ansia de seguir apareciendo, o tal vez Felipe González, Ehud Ólmert, Vladimir Putin...? Por no decir ya Castro, Bin Laden, Hu Jintao, Kim Jong-il, Slobodan Milosevic, Sadam Husein... La Compañía Els Joglars utilizó hace años esta misma obra para ridiculizar al por entonces President de la Generalitat catalana Jordi Pujol. Lean esta obra y comparen.
Según el buscador del ISBN se pueden encontrar numerosas obras editadas de Alfred Jarry en castellano, encontrarlas es otra cosa. Y, desde luego, información en Internet no falta.Francisco Cenamor
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