Cuando es de día el calor del desierto quema.
Cuando es de noche el frío del desierto quema.
El cansancio se lleva la cordura y
el caído desespera,
confunde la tierra por el agua.
Nadie para limpiar
las piedrecillas incrustadas en la lengua
para bajar
el hueso del índice apuntando el norte,
para registrar
las letras nueve meses pensadas por la madre,
Nadie para anotar en la pupila
las últimas palabras.
El desierto se hace de soledades,
soplo de llama quemando
soplo de hielo quemando
en alba o en crepúsculo.
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