Simone Weil
Sutil el velo corre una espesura una pared
lisa entremedio. Sutil la pulcritud
de quedar contra la ventanilla. La
manera de ser en discordancia, entonces,
vara adentro, nutre Centro el atado de dolor
que suma. Suma en la nitidez de ese recorte,
suma en la historia para más,
más de lo mismo, igual, entonces, resta.
Resta en la tarde simiente, líquido, posibilidad
o anhelo. Anhelo de perderse entre las toscas, de
perderse de nuevo, de volver a perderse. Rayas
imantadas en rojo convergen rápidas hacia la fuga
que las traga. Apéndices de caballos, colas, fustas,
crines, olor de manantial que crece.
Por ahí, vadear estos arroyos transparentes.
Caminan en naufragio, van de suyo, de horror,
de muerto que sonríe. Y vuelve calavera al dolor de
decir lo más apiñado del miedo puesto entre omóplatos
arrullo de esa sombra. Vuelve a decir bajito, a chistar terráqueo,
la rodilla no gira ese soporte, no soporta la vara sistemática, y
la fuerza consiste en sostener la vertical; la mano que golpea,
la fuerza de arrasar sutil en invisible una vez más,
de doblegar como sea una vez más, el daño de virtud que no
recoge, el daño de ver
la luz, en la pastosa oscuridad que aplasta.
Silvia Guerra, incluido en Casa de luciérnagas. Antología de poetas hispanoamericanas de hoy (Ediciones Bruguera, Barcelona, 2007, ed. de Mario Campaña).
Otros poemas de Silvia Guerra
Anticipada memoria, Cloto, «En mano»
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: