Me lee una carta, una muerte
que habla de otra muerte, una
suerte de poder decir ese amor
del autor de la carta que él me lee. La lija
—áspera de la pez— frota
la palabra que nada en la derrota
que glorifica
la palabra derrota. La lija
en su papel de lija, pule el metal. Lo brilla.
Lo atalaja. No lo ablanda
su ardor sino ese amor otro
que dice el autor
de la carta que él me lee. Y
se llueven las lágrimas, se atormentan
los ojos, las mejillas de los dos
en la noche que aún mora en mí. (Amor
mío, de vos todo viene y se va
cuando aclara
y la música cesa). En la ventana
el sol cruza la reja, atraviesa el cristal
como la hija que muere en la carta
mientras su padre la vive en
la carta que escribió. La vida dada
de los dos, la victoria ganada en
la pérdida. La medida de la vida
cuando no hay vara que la mida. Cuando
el miedo a la palabra muerte, fenece.
Y la palabra miedo se muere
en la carta que él me lee.
Para Bonzo
Concepción Bertone en Aria da capo (2005), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).
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