y en su maletín de cuero un libro, un lápiz, la fotografía familiar
el óxido de las bancas en sus manos, las barandas y los pomos de las puertas,
el óxido de cada apretón de manos en sus manos.
El maletín apoyado en el muro –
hará aparecer de ahí primero sus recuerdos o
como un mago podría hacer aparecer un país:
una casa,
una calle,
una capital.
Cerró los ojos y se recostó sobre el hombro de sus costumbres familiares.
No querrá como amigo a otro florero,
no se confesará a una cama que va a volar en el próximo ataque,
no se hará un té ni va a cantar,
caminará mucho rato de un lado a otro entre el pórtico y la cocina
y oirá con atención algún sonido procedente de la puerta del jardín.
Pero sólo va a escuchar el crujido de las hojas bajo los pies
que pasan
y luego
ya se van.
Sólo queda el murmullo de las conversaciones en las casas de al lado.
Walid Khazendar, incluido en Revista Descontexto (17 de febrero de 2025, Chile, versión de Juan Carlos Villavicencio).
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