La primera novela de Tahmima Anam, Días de amor y de guerra (RBA, Barcelona 2009, trad. de Jorge Rizzo), está teniendo en los países occidentales un éxito inusitado. No es de extrañar si consideramos que la protagonista de la novela es una madre luchadora, al estilo de La madre de Máximo Gorki, que reivindica la presencia de las mujeres en la historia de sus países, un país mayoritariamente musulmán, para más señas.
Una mujer viuda, madre de dos hijos, se enfrentará no solamente a la supervivencia de estos, un chico y una chica que la embarcan en la lucha, sino a los acontecimientos históricos que vive su país, Bangladesh, a comienzos de los años setenta del pasado siglo, cuando se independizó de Pakistán, país que estaba sumido en una sangrienta dictadura. También la enfrentará a la posibilidad de un nuevo amor, después de diez años de viudez.
Acostumbrados a novelas en las que las mujeres musulmanas aparecen como víctimas de un férreo sistema religioso, en la novela de esta escritora bengalí encontramos mujeres musulmanas modernas que visten a su aire, juegan a las cartas e incluso toman whisky, a la vez que siguen el Ramadán como una costumbre social de su cultura.
La novela tiene una escritura bastante fresca y agradable, ligera, y eso que el narrador o narradora está permanentemente mostrándonos a Rehana, la protagonista, reflexionando en torno a todos los acontecimientos que atraviesa: la guerra, la amistad, la solidaridad, el exilio, el amor… Los acontecimientos cotidianos de la guerra por los que transitan los personajes están narrados de manera muy intensa, incluso con cierta intriga.
Interesante resulta también el que nos encontremos ante una novela de aventuras en la que la protagonista es una mujer musulmana, cuarentona, y en la que no importa su aspecto físico, más allá de lo meramente anecdótico.
Aunque me divertí leyéndola, he de reconocer que presenta un par de aspectos excesivamente irreales para ser una novela realista. Por un lado, el que todos lo miembros de la familia terminen la novela sin rasguño alguno, cuando a su alrededor los personajes sufren la muerte, la violación, la tortura… El otro aspecto me parece aún peor, pues la novela es excesivamente maniquea: los paquistaníes aparecen como malos muy malos, mientras que los bengalíes aparecen como mártires y héroes sin que el narrador o narradora, o alguno de los personajes, se pare a cuestionar el terrorismo que practican para conseguir la independencia de su país. Creo que si una novela es realista, debe ser escrupulosamente realista y estoy convencido de que el conflicto que describe debió de ser mucho más complejo de lo que la autora pinta.
Tahmima Anam nació en Bangladesh, en 1975, cuatro años después de la independencia de su país, y como la mayoría de los escritores actuales nacidos en áreas que estuvieron bajo el dominio de la corona británica, estudió en Londres, donde reside; otros lo hacen en Estados Unidos. Por esta novela ha recibido uno de los premios más importantes que se conceden en Gran Bretaña para jóvenes autores.
Francisco Cenamor
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