al nuevo país. Los hombres observan
desde altas ventanas de oficina
mientras las mujeres se van.
No llegan muy lejos
en un día. Aún las puedes ver
desde altas ventanas de oficina.
Las mujeres están en camino
al nuevo país. Se lo llevan
todo consigo: mantas,
pianos, niños. O lo dejan
todo atrás: gatos,
plantas, niños.
No llegan muy lejos en un día.
Algunas mujeres viajan solas
al nuevo país. Algunas
con un niño, o niños.
Algunas van en parejas o grupos
o en parejas con un niño
o niños. Algunas en un grupo con
gatos, plantas, niños.
No llegan muy lejos en un día.
Han de parar a hacer pan en la carretera
al nuevo país, y compartir
el pan con otras mujeres. Niños
crecen más allá de sus ropas y las ceden
a niños más pequeños. Las mujeres también
ceden ropas, se ponen las unas
los gatos, plantas, niños de las otras, y en la luna llena
nadie recuerda el camino al nuevo país
en el que habrá espacio para todo el mundo y
será verano y los niños cederán
sus ropas y los panecillos subirán
sin levadura y las mujeres habrán llegado
tan lejos que nadie pueda verlas, ni siquiera desde
altas ventanas de oficina.
Robyn Sarah, incluido en Antología de la poesía anglocanadiense contemporánea (Los libros de la frontera, Barcelona, 1985, selec. y trad. de Bernd Dietz).
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