Después de tirarle la puerta al resto de la fiesta
y cerrarla con llave –con los abrigos gente vacía
sobre la tumba de tierra de nadie de la cama
y el aullido de sus dueños aún por oírse–
el vaquero se viró hacia ella: “Ahora, corazón,
vamos a ver cómo en verdad te desvistes”.
Deshizo los botones de sus pechos
y tiró los soberanos ruidosamente hacia la noche;
se quitó los soportes de sus costillas
y se peló la piel como una camisa de humo
que se desvanecía en el sol de su corazón
–en la desnudez se convirtió en un planeta visible.
Él siguió el curso ardiente de su ocaso
hacia el bosque de piernas, donde se perdió
para siempre en la ráfaga de espíritu.
Pero no antes de virarse hacia el abismo
para ver el cuarto donde ella había sido una niña
y todos los abrigos la elogiaban, alzados en coro.
Gwyneth Lewis, incluido en Altazor. Revista electrónica de literatura (1ª época, año 2, julio de 2020, Chile, trad. de Katherine M. Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez).
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