Herido siempre y a un designio atado
y a un horror congénito impelido
llevo una llaga al lado
del sentido
Tampoco a mí me toques siempre es tarde
para que tú que puedes lo que tocas
si eres mujer te acerques cuando arde
mi alma en las rocas
Yo soy el que huyo y el que huye y ama
pobre dios indefenso a nadie pide
que le venga a tocar donde lo llama
mas lo impide
Me voy ahora triste y sin preguntas
a estar solo en las cosas amarillas
Los ojos lanzo allí como las puntas
de las quillas
¡Oh sombre! ¡Oh soledad! Tras mí se afana
sin definir la décima caricia
Me has tocado en un sueño hasta mañana
que pierdo tu delicia
Hacia el placer del fin donde no vino
sola la ilimitada sombra gozo
el minuto impaciente en que termino
todo gozo
Me voy me voy no te conozco día
Noche no te conozco todavía
Sobre las rocas esta sombra salta
Y encontraré en el mar lo que hace falta
Carlos Edmundo de Ory, incluido en Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000) (Galaxia Gutenberg Círculo de lectores, Barcelona, 2002, selec. de Eduardo Milán, Andrés Sánchez Robayna, Blanca Varela y José Ángel Valente).
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