y los alucinados
de nada sirve el rastro de su sangre
si no se sabe a dónde iré
con qué ojo de animal puede elegir el rumbo
la trampa será entonces
la única estación para alcanzarlo.
A pesar de cada uno de nosotros
sigue
aprisionado en su ferocidad
defenderse le debe parecer la vida
yo puedo asegurarlo, es la vida.
No hay camino
para que nadie vaya a decir que es polvoriento
cualquiera puede acabar en el armario
donde vienen a descansar los borrachos y los locos
y los demás
que no se sabe lo que son
pero no hay donde ponerlos.
Quién me asegura esa espera de Penélope
alguien se atreve y apuesta por el amor de Ulises,
ahora voy a decir una torpeza:
un rey
aunque no se llame Salomón
es siempre el más inteligente.
De todos modos
parece ser que el lugar de nosotros es la vida.
Sonia Díaz Corrales, incluido en Poesía cubana de los años 80. Antología (Ediciones La Palma, Madrid, 1994, ed. y selec. de Alicia Llarena).
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