Hipocrene, Parnaso, luces tibias
ayer, hoy fría sombra que se huye.
No os conozco, reposo cotidiano,
sueño, sed, desatino de los débiles.
La blancura de un lirio, la fragancia
de un perfume, su voz o sus tobillos.
Todo me está negado. Soy el viento
sin colegiar, la muerte de las aves.
Atardecí. La magia de los números,
el profetice naipe o la tristeza
de las viejas plegarias a los dioses.
Mi palacio se hundía, mi sonrisa
palidecía, mueca del silencio.
Desbócame, tiniebla trepadora,
hiende con tu locura mi locura,
decapita mi pérfida inocencia.
La huella de sus fustas. Era tarde...
Todo es recuerdo ya. La piel, los ojos.
La noche está conmigo, sus corceles,
la terrible pureza de su nada.
Persio en Choliambi, incluido en Antología de la poesía latina (Alianza Editorial, Madrid, 2010, selec. y trad. de Luis Alberto de Cuenca y Antonio Alvar).
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Mi musa
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Bellísimo poema y de una rabiosa modernidad. Saludos cordiales.
ResponderEliminarSi, parece mentira que tenga casi 2.000 años.
EliminarUn abrazo.
Este poema, evidencia que los sentimientos del poeta no han cambiado en 2.000 años. No se puede expresar, mejor, la profunda melancolía que envuelve al Poeta en la recta final de su vida.
ResponderEliminarEste poema, evidencia que los sentimientos de un poeta no se han visto alterados con el paso del tiempo. No se puede expresar, mejor, la profunda melancolía que envolvía al Poeta, en la recta final de su vida.
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