Ni he bebido en la fuente Cabalina,
ni he soñado jamás, que yo recuerde,
sobre la doble cumbre del Parnaso,
para, súbito, así, surgir poeta.
A Pirene la pálida, a las diosas
del Helicón entrego a los varones
cuyos bustos rodea y acaricia
la trepadora hiedra, y yo presento,
poeta colegiado sólo a medias,
mis cantos a las fiestas de los vates.
¿Quién hizo articular al papagayo
su «¡Buenos días!», quién a las urracas
enseñó a remedar nuestros sonidos?
La rectora del arte, dadivosa
dispensadora del talento: el hambre,
maestra en imitar voces negadas.
Que si esperanza brilla de dinero
falaz, las poetisas y poetas
-urracas, cuervos- cantan, se diría
la ambrosía y el néctar de Pegaso.
Persio en Choliambi, incluido en Antología de la poesía latina (Alianza Editorial, Madrid, 2010, selec. y trad. de Luis Alberto de Cuenca y Antonio Alvar).
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Crepúsculo
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Tu musa te subió a Pegaso y tú agarraste sus crines. Buena elección.
ResponderEliminarMuy bonita
Si, casi no pasa el tiempo por ella. Un abrazo.
EliminarEs curioso que se hable de un papagayo ("quién hizo articular al papagayo..."). Yo creía que los papagayos fueron traídos de América tras su descubrimiento en el siglo XV. Pero buscando en wiki descubro que no, que también hay papagayos africanos y probablemente debieron ser llevados a Roma y esto explica que se hable de ellos en pleno siglo I.
ResponderEliminarBuen apunte, y bien investigado. Interesante, además. Un abrazo.
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