La noche no puede estar más queda
Más callada que en el toque del ángelus
Un paseo con Yespers por el campo
Es lo más callado que decirse pueda
El mar no está muy muy muy lejos
Un poco más que los confines más lejanos
Cuando lo oímos murmurar de vez en cuando
Ya ha empezado el milagro su silencio
Los campos yacen tibios en su arrullo
El estiércol nos ha envuelto en sus vahos
De las aves oímos muchos cantos
Pero murciélagos sólo vemos uno
Los sauces son aún más que mudos retorcidos
Difuminados de mutismo casi negros
Y aún más mudos que tontos los labriegos
Sentados. Sin corazón nosotros y el alma con precinto
Las praderas no yacen sino penden
De la niebla y la niebla es la que yace
Tenemos todos oh un solo afán ah tate!
Oímos un poema y ya todo se entiende
Las vacas las vacas oh las vacas
Cuando Nuestro Señor creó la vaca
Sabía ya muy bien que sus mugidos
Serían quejas que pondrían el silencio en vilo
La luna sí la lunita reza el ángelus
Quietecita como un conejo blanco
Y yo y Yespers escuchamos
El claro de luna claro
Gaston Burssens, incluido en Antología de la poesía neerlandesa moderna (Ediciones Saturno, Barcelona, 1971, selecc. y trad. de Francisco Carrasquer).
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