El oyó a la muerte
detrás de esta puerta,
él oyó a la muerte
hablar con la muerta.
Sabía que la puerta
mal cerrada estaba
y sólo la muerte
la llave guardaba.
Mas como a la muerta
amaba y la oyó,
marchó hacia la puerta.
La abrió. Nada vio.
La estancia, desierta.
En la noche entró
y, dulce, la puerta
tras él se cerró.
Maurice Carême en La casa blanca (1949), incluido en Cuatro poetas belgas de hoy (Publicaciones de la Universidad de Murcia, 1950, trad. de Dictinio de Castillo-Elejabeytia).
Otros poemas de Maurice Carême
Madre (XXXI), Mujer
Toca aquí para ir al Catálogo de poemas
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: