Espumados los bordes de amatista y rosa, se mustia una vez más la vieja flor azul del día; dónde el éter, como un diamante, fulje, sus pétalos se desvanecen.
Un tumulto sombrío remueve el aire crepuscular; chispean los delicados rocíos, las distantes nieves; La ancha profundidad se estremece, atravesada de parte a parte, por el soplo repetido del aliento de la Belleza.
Yo vi cómo los temblorosos siglos que cayeron volvían, moldeados en su semejanza por un aliento más más hondo, a la hora en que la Belleza respira la última vez y se reconoce en la muerte.
George William Russell 'Æ', incluido en Música de otros. Traducciones y paráfrasis (Galaxia Gutenberg-Círculo de lectores, Barcelona, 2006, trad. de Juan Ramón Jiménez).
Otros poemas de George William Rusell 'Æ'
El gran aliento de la belleza, Sacrificio
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Magnífico.
ResponderEliminarPues la verdad es que sí.
ResponderEliminarme encantó que los siglos viejos vuelvan con alientos más hondos.MUY PROFUNDO.tambien la rosa zul que ve perdiendo su belleza,encantadora descripción poética.
ResponderEliminarUn bello poema, si.
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