mientras siga
teniendo ese calor
todavía no soy un huérfano
nosotros dos, madre e hijo
acostados en el lecho del monte Li
yo palpando su cara
tocando su cuello
justo como cuando tenía seis o siete años
recuerdo que en mis sueños
siempre lograba acariciar su cara
y su cuello resplandecía
mi mamá
ya no respira
pero sigue caliente
Su calor se extingue poco a poco.
acostada al lado mío
ella es la última paja-salvavidas
para aquel que se ahoga
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tomo la palabra: