Y la hiedra era muy oscura.
Querida, si tu pensar cambia,
Mi desesperación reverdece.
Excesivamente azul y suave era aquel cielo,
Aquel mar verdísimo y aquella ternura del aire.
Siempre temo —¡ay, la espera!—
Que de mí cruelmente huyas.
El acebo de hojas lucientes,
Y el boj brillante me cansan,
Y también el infinito campo,
¡Todo me hastía, menos tú!
Paul Verlaine en Romanzas sin palabras (1874), incluido en Poesía (Visor Libros, Madrid, 1984, ed. y trad. de Jacinto Luis Guereña).
Otros poemas de Paul Verlaine
Siempre se agradece ver a Verlaine por aquí, en este caso con uno de esos poemas que imagino musicados por Fauré. Por cierto, se te ha deslizado una errata: "hayas" por "huyas".
ResponderEliminarAbrazos, siempre
Está en el libro, son las típicas erratas a las que nos tiene acostumbrado Visor. Muchas gracias.
EliminarFauré (y Debussy) de hecho musicó "il pleure dans mon coeur" de Verlaine y lo llamó Spleen, aunque no se trata de este.
EliminarCreo que hay varios Spleen.
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