Todo cuanto menciono: ruinas,
campamentos, estancias, todo.
Así cuando digo ¡ah! ¡oh!
y ¡ay! y, para resumir, ¡ay también!
y cuando digo ella y él
o ellas y ellos, plural o dual,
también cuando escribo en mis versos
que el destino me ha llevado a la altura o a lo profundo,
y cuando digo que las nubes lloran
o que las flores sonríen
y cuando clamo por los camelleros
que se fueron hacia el ban de Hajir
o por los camellos de Hima,
y hablo de lunas que se ponen en los gineceos
o soles o plantas que se elevan
y rayos, truenos o brisa,
vientos -el austral- o el cielo,
camino, torrente o dunas, montañas, ruinas o cenizas,
amigos, camellos o colinas,
arriates, boscajes o vedados,
o mujeres de pechos altivos y turgentes,
que surgen como soles o estatuas,
todo cuanto menciono de estas cosas,
o de algo parecido, hay que entenderlo
de los secretos y luces que aparecen
y se elevan, que el Dios del cielo ha traído
a mi corazón o al corazón de aquellos
que como yo se someten a las leyes de los sabios.
Una descripción santa y elevada enseña
que mi verdad tiene un pasado,
por ello, aparta tú el pensamiento de lo exterior
y busca el interior para aprender.
Abu Bakr Muhammad ibn Alí ibn Arabi, incluido en Poesía de Al-Andalus (Asociación Andaluza de Profesores de Español Elio Antonio de Nebrija, Sevilla, 1999, varios trad.).
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