Uno de ellos dijo:
¿Qué parte das al Creador en todo esto?
Él contestó:
Un hombre subió a un acantilado
y en vano llamaba a Dios con toda su fuerza,
pues a sus gritos sólo respondía el eco.
Cuando al fin bajó,
una voz dentro de él le dijo:
¿Por qué me buscas de esta forma?
¿No ves que quien habla por tu boca soy yo mismo?
Dios está en el alba
cuando aún no salió el sol,
en la fuerza contenida del viento
cuando aún no se desató la tempestad.
No os preguntéis: ¿dónde está? O ¿qué hace?
porque con ello lo degradáis y os degradáis a vosotros mismos.
Cuando sembráis el trigo,
en su nombre sembráis;
y cuando recogéis la cosecha
también en su nombre la recogéis.
Cuando partís el pan, Dios está en vuestras manos;
y cuando lo repartís, él está en vuestro corazón.
Si creéis en Dios actuaréis en verdad;
y podréis saltar al vacío sin temor,
pues Él os estará esperando,
y os dará el espejo que no engaña.
José Elgarresta en Párpado y hierba (1982), incluido en Palabra y misterio. 31 poetas frente a Dios (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2003, ed. de Pablo Polo Laso).
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