Vaivén de carne pasto tembloroso
En las orillas de la sangre que desgarran el día
Perseguida por la sangre nocturna
Desmelenada la garganta presa de los abusos de la tempestad
Víctima abandonada por las sombras
Por los pasos más suaves y los límpidos deseos
Su frente no será ya el reposo seguro
Ni sus ojos la gracia de soñar con su voz
Ni sus manos las manos que liberan.
Ahechada de pasión ahechada de amor sin amar a nadie
Ella se forja incomensurables dolores
Y todas sus razones para sufrir desaparecen.
Paul Éluard en El amor y la poesía (1929) (Visor Libros, Madrid, 1997, versión de Manuel Álvarez Ortega).
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