Si mi mano acaricia la cretona de pájaros
inglesa y he encendido el quinqué y hay un lirio
en la opalina y huele a madera de la casa,
puedo llegarme al verde y al azul de los bosques
de Aubusson y sentarme al borde de un estanque
cuyas aguas retiene el tapiz en sus hilos.
Me asomo a las umbrías de cuanto en esta hora
dispongo y pueda darme su reposo: también
este mundo es el mío: entreabro la puerta
de su ficción y dejo que sobre este añadido
vegetal de mi casa, por donde los insectos
derivan su zumbido, se instale una paloma.
María Victoria Atencia en El mundo de M. V. (1978), incluido en Ex Libris (Visor libros, Madrid, 1984).
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