que los malos gozaran del exceso y en él complacieran
su ánimo, y cometiera sus crímenes quien corazón
impío tuviera, sin cuita de cuanto saben los dioses,
pero que pagara él mismo sus daños, y luego
no fueran las locuras del padre la ruina de sus hijos;
y los hijos de un padre injusto que atienden y cumplen
lo justo, oh Crónida, y, temerosos de tu ira,
desde el principio respetan las leyes civiles,
no vengan a sufrir por algún desafuero paterno.
¡Ojalá esto fuera a los dioses grato! Que ahora, en cambio,
escapa el culpable, y es otro después quien paga la pena.
¿Y bien, monarca de los inmortales, cómo es esto justo:
que un hombre que vive apartado de acciones inicuas,
que delito ninguno acomete ni da juramento perverso,
y que persiste en ser justo, no obtenga justicia?
¿Qué otro mortal, observando su ejemplo, va luego
a respetar a los dioses, y qué ánimo puede albergar,
cuando un tipo injusto e impío, que no se preocupa
de evitar el rencor de ninguno, sea hombre o inmortal,
ejerce el abuso, saciado de bienes, al tiempo
que los justos perecen ahogados por dura miseria?
Teognis de Mégara en Proemio, incluido en Antología de la poesía lírica griega (siglos VII-IV aec) (Alianza Editorial, Madrid, 2001, selec. y trad. de Carlos García Gual).
Otros poemas de Teognis de Mégara
Amar a los jóvenes es una cosa placentera..., Proemio (vv. 133-142, vv. 341-354, vv. 731-752)
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