A la entrada del pueblo
por el lado
del cementerio
casas miserables
sin cercas
y un aroma que venía
de dónde
Mandarinas!
Increíbles
mandarinas
Qué lujo de esmeralda
y oro cobrizo entre tanta roña
irritándose al sol
-Hijos de puta
a robar a... -dijo el arcángel con
un machete en la mano
Todavía
me arde en la cara el fuego de sus ojos.
Luis Marré, incluido en Nueva poesía cubana (Ediciones Península, Barcelona, 1970, ed. de José Agustín Goytisolo).
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