Fui a dar un corto paseo
a la hora azul de la tarde.
Seco y rojo estaba el suelo,
sutil y muy alto el aire.
Duros cardos azulados
crujían con rabia, indómitos.
Y, de repente, vi al lado
de un peñasco gris, inhóspito,
a un pollino de altas patas
tranquilamente paciendo.
Sus orejas clareaban
y había orgullo en su ceño.
Brillaban como agua limpia
sus grandes ojos de ámbar.
Y era grave, reflexiva,
y hasta imparcial, su mirada.
Yo no sé si fue el respeto
que me infundiera este hermoso
y aún intacto bruto, pero
un recuerdo muy penoso
sé que me vino invadiendo
y me hizo incluso emitir
un grito breve y tremendo:
¡Yo era antes también así!
Su integridad y dulzura,
fina gravedad y ensueño,
¡ay, cómo recobraría
para comenzar de nuevo!
M. Vasalis, incluido en Antología de la poesía neerlandesa moderna (Ediciones Saturno, Barcelona, 1971, selecc. y trad. de Francisco Carrasquer).
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