en la palabra Noche,
o simplemente en La palabra,
en ese oficio de sembrar el mundo
con algo tan evanescente y nimio
a lo que algunos siguen y se aferran,
que dura un parpadeo apenas
frente al olvido y su marea inmensa
mientras el canto de alguna forma persiste
como una lejana estrella a punto de apagarse para siempre.
He pasado por la noche tantas veces,
por sus magnánimas, dolientes manos,
por su espesura primigenia y núbil,
como si de otra tierra prometida se tratase
y otras palabras, mudas, me nombrasen
y en silencio dijesen sólo un nombre,
y al decirlo, lo hubiesen dicho todo.
Hay palabras, o nombres, que diciéndolo todo,
apenas son oídos, venerados,
y a duras penas una fe constante en unos pocos.
Por haber dicho tu nombre y nombrarlo todo, contigo
y la palabra que te dice, la flor oscura del pantano
con que a tu estirpe bautizaron otros,
es que amándolo todo estoy
y por ti estoy en beso y en bautizo
al mundo entero dando nombre.
José Manuel Recillas, incluido en Arquitrave (nº 70, septiembre-octubre de 2022, Colombia).
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