Ellos lo saben cuando
despiertan en su lecho del dormitorio público
y escuchan el crujido de una rueda de huesos
que da vueltas a la plaza.
Inmóviles,
desde cualquier sitio,
miran el mar de la empedrada calle
y siempre se atreven o casi siempre:
atraviesan estanques, jardines, humaredas,
ejecutan pequeños actos increíbles
que no serán recordados,
piden prestado para un pequeño piso.
Y detrás de las delgadas paredes que los separan
de villanos y pordioseros de leyenda
presienten la agitación
de una niña atrapada como un pez.
Les advierten algunos abogados de etiqueta:
«vuestros mejores años están pasando ya».
Ellos sonríen, piensan;
todavía no es tiempo de emprender una hazaña.
Pero lo cierto es que su juventud
ha salido a la calle
como una rata con un pétalo en la cabeza.
La mano que trazaría los planes infalibles
ya no tiene poder.
Con sus proyectos echados a perder y la infancia
como un grano de anís podrido en una oreja,
deciden entenderse directamente,
con las cabezas humeantes de los faunos caídos.
Sus últimos trabajos consisten
en la reconstrucción de lo imposible:
quemaremos, dicen, las actas de nacimiento:
nos interesa el nombre que no apareció escrito
en las paredes del colegio,
los ojos que se abrirán para vernos de otra manera.
José Luis Quesada, incluido en Poesía contemporánea de Centroamérica (Los libros de la frontera, Barcelona, 1983, selec. de Roberto Armijo y Rigoberto Paredes).
Los diversos horizontes se entremezclan
ResponderEliminary del horror fantasmal , la realidad supera
la crueldad sin limites , se fagocita
la piedra, es alfombra real, reluce
lustrada por la desnudez del pie
consorte de la humillacion , la que no se ve
Un arco iris impiadose los une
y el mismo llanto , un eco
recorre las regiones , azota
el azote del despota y la herida
distancias recorre , nada la detiene
sin fronteras, sin leyes , el gigante
crece ...cuando despierte.
La erupcion de un volcan , será tan infima
que sumado y sublevado se contagia
y no se distingue lo que arrasa...
Cuanta inspiración.
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