el ala, ancha, espesa, pegajosa,
abatida sobre el rostro, cubre la boca,
cose la boca y pasma
el silencio es de hielo
las pequeñas plumas se han incendiado
las paredes del ser de golpe,
han congelado la sangre
y cubierta
la boca
no dice
gran cosa
ella encierra
disuelve
los dientes
encajados
en lo inefable han molido
el viento
han silbado su pavana
retenido
la pena
desarmados han molido
el azabache
han mudado en violetas
en campánulas
en narcisos
en guisante de olor
la mordida
Christine Guinard, incluido en Aullido (Internet, 1 de septiembre de 2024, trad. de Alonso Venegas Flores).
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Misterioso y claro.
ResponderEliminarUna buena paradoja poética. Un abrazo.
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