pero sólo una migaja a mí.
No me atrevo a comerla,
aunque perezca.
Tenerla, tocarla,
es mi doloroso placer.
Confirmar la hazaña que hizo mío el pedacito.
Demasiado feliz, en mi suerte de gorrión,
para codicia mayor.
Puede haber hambruna en torno mío
que yo no perderé una miguita siquiera.
¡Tan espléndida mi mesa resplandece!
¡Tan hermoso mi granero se muestra!
Me pregunto cómo se sentirán los ricos,
los maharajás, los condes. Yo creo
que, con sólo una migaja,
soy soberana de todos ellos.
Emily Dickinson, incluido en El viento comenzó a mecer la hierba (Titivillus, Internet, 2016, trad. de Enrique Goicolea).
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Maravillosa, Emily Dickinson siempre maravillosa .Muchas gracias
ResponderEliminarSi, una maravilla.
EliminarBuenas preguntas. Los que tienen mucho quieren tener mas y los que tienen lo necesario, agradecen a Dios. saludos.
ResponderEliminarBueno es hacerse preguntas. Un abrazo.
Eliminar¿Cómo se llama el poema?
ResponderEliminarHola. Emily Dickinson no puso título a casi ninguno de sus poemas. Cuando eso sucede se les nombra por el primer verso. Un saludo.
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