Miro el envés
de las hojas del trébol
de otoño... ¡cómo
de color cambian! Sola
dormir, ¡qué triste es!
Anónimo, incluido en Kokinshuu. Colección de poemas japoneses antiguos y modernos (Ediciones Hiperión, Madrid, 2003, sel. y trad. de Carlos Rubio).
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La Naturaleza no construye pedestales
ResponderEliminartriunfa sin importar
que la muerte gane siempre.
También me dice aquello de que la soledad envejece.
EliminarQué poema. Agradeciéndote que subas este tipo de cosas. Un abrazo!!
ResponderEliminarDe nada, me gusta difundir las cosas que me resultan maravillosas. Un abrazo.
EliminarLa soledad. Océano aterrador. Gracias por compartir :)
ResponderEliminarSi, desoladora la soledad, y desde que pequeño punto parte, un trébol.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBello poema. Lo efimero de toda una vida pero tambien lo bello de un momento...
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