Tú que tienes instinto para comer hormigas y abejas, tú que sabes pescar salmones, desenterrar raíces y vagar millas y millas, tú que vives el periodo de celo y escondes, durante todo el verano, el óvulo fecundado en el pliegue rojo de tu cuerpo para que crezca mientras duermes, y al fin lo pares ciego y con manchas blancas en el pescuezo, pequeño como una ardilla que chupa fuerza de tu calor enorme, a ti te fue dado el poder de ser la osa originaria, entera y verdadera hasta que te disparó el pensamiento del hombre.
Yo, un ser humano, rezo y rezo, pruebo la fe y la teología, la teoría y la liturgia, pero la santidad me huye, la quietud no llega, pulso todos los números del código, tres, cuatro, doce pero el portón no se abre.
Yo sólo te veo en la pantalla de la TV, o en un viejo grabado de la escuela, yo leo artículos y sé que mis antepasados te mataban. Nunca te he visto viva, y no obstante creo en tu existencia.
Tuija Nieminen Kristofersson en El libro de los osos (1995), incluido en Mujeres en el Norte. Trece poetas suecas (Devenir, Madrid, 2011, selec. y trad. de René Vázquez Díaz).
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